Los grandes pecados de Óscar Arias son tres: mala doble elección para el banquillo; dejar al vestuario sin líderes de verdad (no de boquilla) y la ausencia de un verdadero matador, quien le habría dado al equipo los 10 puntos en Liga que le faltan. ¿Esto es suficiente para cesarlo? Probablemente e incluso lógico, aunque depende de una circunstancia bastante relevante: el sustituto. El nuevo director deportivo debe mejorar los resultados de este año. Y que la mayoría de sus apuestas salgan bien. Ahora, no en dos años. Incluso la mano derecha de Caparrós dijo en Radio Marca Sevilla que habían felicitado a Arias por la plantilla. ¿Se precipitaron en su cese? El año que viene por estas fechas lo contaremos.
