A Roma con varios deberes por hacer

El fútbol depara sorpresas inesperadas y hablar de trayectorias o dinámicas a la hora de embocar un partido de la trascendencia del Lazio-Sevilla puede resultar estéril. Sin embargo, a ningún sevillista se le escapa que no es el mejor momento del equipo de Pablo Machín para afrontar una cita tan trascendente. El épico empate ante el Eibar fue una oportunísima espoleta para recuperar la mejor versión de un Sevilla que lleva dando señales de aviso casi desde que comenzó 2019. El empujón anímico de igualar en los últimos minutos un 0-2 con un futbolista menos es muy obvio. Pero también fue muy evidente que el modelo de Pablo Machín ha perdido su fiabilidad incluso en casa.

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