Reflexiones estivales sobre lo extraordinario vivido, la infalibilidad y sobre lo que aspiramos ser

En psicología social, y tras los estudios del profesor David G. Myers, se conoce como “Efecto del Lago Wobegon” a esa superioridad ilusoria que muchos se adjudican de forma más o menos directa a la hora de valorarse. El narcisismo inherente al ser humano tiende a pensar que uno es más listo de lo que es, más guapo, o simplemente, y por dar un ejemplo banal, que conduce mejor que su vecino. Cuesta mucho asumir errores, simplemente porque nuestro yo en el fondo desarrolla su mundo ideal, su “pequeño Wobegon”. Los errores de los demás los vemos fácil fácil. Pero cuando uno yerra, la tendencia a atribuir el fallo a la mala suerte, la mala praxis del contrario o una mano negra es lo habitual, desechando en ocasiones pararse a analizar porqué sucede.

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