Dos ramos de flores eternos

El fútbol no es sólo competitividad, aunque todo emane de la competición. Pocos partidos hubo más tensos y más competidos en la dilatadísima historia europea del Sevilla que el que lo midió al Schalke 04 en las semifinales de la Copa de la UEFA el 27 de abril de 2006. El aire del Ramón Sánchez-Pizjuán echaba chispas de alto voltaje, a puro decibelio, en aquel encuentro que unió para siempre los destinos de los dos contendientes. Lo decantó Antonio Puerta con un zurdazo de pura determinación, de hombría absoluta en un chaval que apenas contaba con 21 años. Así abrió de par en par la puerta de la gloria para el Sevilla, y de la amistad eterna con el equipo alemán. Las vivencias del Schalke aquella mágica de noche de Feria se acentuaron con la tragedia de la muerte del héroe sevillista que los tumbó aquel día. Ya era hora de que el equipo minero volviera al Sánchez-Pizjuán.

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