‘Hay una cosa que la gente cercana a mi lo sabe. Cuando falta poco para jugar en nuestro estadio, el Sánchez-Pizjuán, me entran una sensaciones muy especiales por el cuerpo. ¡Me encanta jugar con nuestra gente! Es como si quisiera que empezara ya el partido… Pero, de verdad lo digo, no sólo a mí me pasa esta cosa que le digo. Lo hablamos en el vestuario. Es una pasada jugar y sentir el calor de la afición. También los rivales me lo han llegado a decir. ‘¡Vaya cosa este estadio, ¿eh!’, me han comentado algunos tras partidos que hemos jugado en el Sánchez-Pizjuán.’