Davor Suker es, pese a todo lo que llegó después en el Sevilla con tantos títulos, nostalgia. Siempre lo será, llegue lo que llegue. También arte. Él, como pocos, entendió nada más aterrizar en Nervión, en octubre de 1991, las razones de la idiosincracia del sur de Europa: «Se vive y se trata de disfrutar. Como sea», una declaración de intenciones que se llevó para siempre y que hoy, como presidente de la Federación Croata de Fútbol, aún hace suyo. Por eso, y porque se llevó el corazón de los hinchas del Sevilla, lo que está por venir esta semana si no surge ningún contratiempo puede ser muy especial.