Este fin de semana se cumplen diez años de un partido histórico en el fútbol español. No fue una final, ni un Clásico, ni un derbi. Fue el encuentro en el que uno de los jugadores más queridos del Sevilla decía adiós para siempre. No suelo caer en la literatura gratuita hacia su figura, pero ahora, una década después de su muerte, he querido recordar cómo Antonio Puerta se sobrepuso, en realidad, a la muerte. En sentido figurado pero también real.
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