Satélites alrededor de dos astros

Era el minuto 83 cuando el estadio Cornellà-El Prat vivió una escena que ilustraba sobre lo ocurrido en el Espanyol-Sevilla. Reyes, el héroe local, se sentaba entre la ovación de su público mientras Nasri apuraba la última opción de intentar cambiar el rumbo fijo de un partido perdido, botando un impotente córner que blocaba imponente Diego López. Todo se había acabado. La suerte estaba echada desde mucho antes, desde ese minuto largo en el que Vicandi Garrido, desnortado en su afán de aplicar con excesiva pulcritud la justicia que dictan las reglas, puso muy cuesta arriba la ilusión sevillista. Reyes fue el artífice de un inesperado y excesivo castigo.

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