José Antonio Reyes pasó en apenas unos meses de referencia e ídolo del Atlético de Madrid a principal culpable de la debacle de un equipo que se iba a la deriva con Gregorio Manzano. Esa, al menos, fue la impresión sacada por el entorno del utrerano cuando el hoy jugador del Sevilla F. C. le comentó a Miguel Ángel Gil Marín que quería marcharse para regresar al equipo de su alma. Faltaban unos días para que se acabara el año 2011 y el consejero delegado del club colchonero le replicó que no veía nada sensato que se fuera. Le adelantó, incluso, que en las conversaciones que había mantenido con Simeone, sustituto de Manzano, éste le había comunicado que quería que él fuera uno de los estandartes de su proyecto.