Sampaoli habría autorizado esta visita, pero supeditada a que el Sevilla la permitiese. La petición es absurda, es como si un hijo le solicita al padre que si puede emborracharse en la próxima fiesta del instituto. El ‘no’ está garantizado, y que el hijo intentará hacer la ‘pirula’, también. La simple petición es casi (o sin casi) motivo de destitución fulminante.
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