Nos estaba costando bastante salir con el balón jugado. El Betis nos estaba encerrando y parecía que nos tocaba sufrir. Sin embargo, creo que fue Martagón el que robó el balón y me metió el balón en largo. Yo en ese momento me encontraba muy bien y me pude ir por velocidad. De repente me vi sólo delante de Pumpido y pude batirlo. Recuerdo el silencio del estadio. Al terminar el partido mi cuñado, Miguel Ángel, me vino hacia mi muy enfadado y con algo de guasa.