Hacen bien Castro y Monchi en “espabilar” al personal, entre el que, por supuesto, nos encontramos los medios de comunicación, agitadores de opinión y de morbosos árboles que no en pocas ocasiones impiden divisar el bosque esencial del fútbol. El soberbio y opulento crecimiento del club de Nervión en el siglo XXI, mutando por completo su idiosincrasia histórica y virando hacia la grandeza, ha narcotizado el ambiente, convirtiendo el hecho de disputar finales y de levantar títulos en una envidiable pero a la vez peligrosa costumbre…