«Recuerdo mucho nerviosismo y responsabilidad en las horas previas. En la comida, la cena y el desayuno hablábamos de lo mismo, de lo que significaría ganar un título, poder ganarlo después de tantos años para un club como el Sevilla. Nunca se nos pasó por la cabeza pensar en algo malo, en perder, pensamos en positivo. Cuando llegamos al estadio recuerdo que la calle no era muy ancha, más bien estrecha, y la marea roja y blanca estaba por todos lados, fue un espectáculo. Las pulsaciones subieron mucho. El 1-0 se mantuvo gran parte del partido. Recuerdo que apretaron, la parada a Viduka, otro tiro suyo fuera del área que se marchó cerca del palo… Pero estábamos bien, y con el 3-0 ya supimos que no se nos escapaba la final. Vimos a la gente llorando de emoción, eso nos hizo muy felices. En el vestuario nos dejaron seis o siete cajas de cervezas y nos las bebimos todas. Duchamos a Juande, a Monchi y a Del Nido, fue una fiesta muy bonita», recuerda el ex portero.