El resultado, como el algodón, no engaña. El Sevilla cayó derrotado contra el Barcelona y de nada le sirvió la hermosa disertación ofensiva del primer periodo, cuando salió a buscar al coloso azulgrana en su propio terreno de juego y puso en muchísimos aprietos a la tropa de Luis Enrique. Pero el inventor de este deporte dictaminó que los partidos duran 90 minutos por algo, para que el físico de los jugadores explote si se lanzan a un esfuerzo desmedido y eso fue lo que le sucedió al once elegido por Jorge Sampaoli, que se desfondó sin que el técnico argentino fuera capaz de hallar las soluciones convenientes en su banquillo cuando aún había tiempo para tratar de enderezar la curva descendente que habían iniciado los suyos.