Desde el verano, desde que Monchi detuvo su infalible pupila en el pequeñito técnico argentino, no he parado de oír repetida una coletilla que entonces no entendía y que aún hoy sigo sin entender. Ahora menos: «Los equipos de Sampaoli juegan así o juegan asao». De repente, era algo así como un sacrilegio no conocer las claves y los entresijos de cómo jugaban sus equipos.
