Los últimos malos resultados cosechados por el Sevilla FC, han hecho que todas las miradas se dirijan al entrenador.
Tres derrotas consecutivas y seis en total en las once jornadas disputadas, ponen en peligro al pilar del proyecto sevillista de esta temporada.
Y esto es así porque los propios dirigentes y ejecutivos del club lo han querido, ya que este Sevilla es un club fantasma en el que sólo el entrenador da la cara.
Con un Del Nido Carrasco desaparecido, que puso a Joaquín Caparrós como presidente honorífico para no asistir a determinados actos, y un Antonio Cordón que no habla desde el final del mercado estival, el técnico argentino se ha convertido en el única figura visible de la entidad.
En una institución en la que el Director General se marcha al año de llegar, sin sustituto aparente a corto plazo y con una venta más que anunciada, si el entrenador se tambalea, se tambalea todo el proyecto.

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En principio, no hay intención de cesar a Almeyda, pero nadie resiste tantos malos resultados, ni tan siquiera Diego Alonso, mientras se echa en falta alguien que reconduzca la opinión pública, meta presión a la plantilla o defienda al club ante los distintos estamentos de nuestro fútbol.
