La inacción de Lopetegui antecedió a los regalos

Difícil recordar un suicidio similar al del Sevilla en Ipurua. Koundé cambió el rumbo del partido por su triple fallo en una sola jugada –pérdida en pase arriesgado, despeje al aire y metedura de pata en el penalti a Orellana–, Vaclik y en menor medida Diego Carlos lo empeoraron por su falta de entendimiento y el broche llegó por esa barrera de dos hombres en el 3-2, pero en el vuelco del partido también tuvo mucho que ver la falta de reacción de los blancos, principalmente de Lopetegui, cuando su equipo se quedó sin salida y el Eibar lo fue atornillando atrás de forma gradual. El preparador sevillista tiene un partido metido en su cabeza y le cuesta maniobrar luego cuando hay que tomar decisiones sobre la marcha. Tan bien le salió ese plan en la primera parte…

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