En momentos de incertidumbre con la marcha y continuos rumores de algunas de las piezas del Sevilla FC en estos últimos años, echar un vistazo a la casa, al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, termina atenuando algo el desequilibrio. Y no por las obras que tienen empantanadas las galerías del hogar sevillista, sino por la magnitud y el crecimiento que está sufriendo el que está llamado a ser (como siempre ha sido) el mejor baluarte del equipo.