Cuando en el minuto 91 el colegiado señalaba penalti, previa revisión del VAR, y se disponía a lanzarlo Ivan Rakitic, su cara de susto denotaba que algo no iba bien. Muchos sevillista recordaron los últimos penaltis decisivos lanzados anteriormente por Nzonzi al Leicester en Champinos, Ben Yedder en la Final de la SuperCopa al Barça o el de Ocampos al mismo equipo en las semifinales de Copa del año pasado.
El croata suele lanzarlo a su lado natural, como en la Final de Turín, pero esta vez lo puso a media altura, un caramelito para Sergio Herrera. Su cara reflejaba un miedo que se trdujo en el resultado final.