Julen baja por el tobogán del Sevilla

Julen Lopetegui comienza a mirar a su alrededor y cada hora se ve más solo. No es que tuviera una horda de incondicionales con el arrojo de ponerse delante del vasco en un tiroteo, ni mucho menos, pero sí que había conseguido silenciar la crítica absurda del ‘no me gustas porque eres serio y pelín tristón’, o la del ‘vienes de clubes que me caen gordos y te marchaste de aquella manera del Mundial’. Hablemos de fútbol. Su caminar por el Sevilla está siendo de más a menos. Como casi siempre. Como casi todos. Desde Emery (ese entrenador que a todos se le viene a la cabeza si el accidente con Julen es inevitable), todo aquel que pasa por el Sevilla sube en la primera vuelta los peldaños de un alto tobogán para dejarse caer en la segunda con la cara descompuesta y la carta de despido a mitad de camino. Unai tenía truco. Empezaba mal y ya todo podía ir a mejor.

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