Pidiendo la hora y con una nerviosera impropia de un equipo de este nivel, el Sevilla suspiró de alivio con el pitido final de William Collum tras poner en grave riesgo su pase. El Basaksehir supo jugar sus bazas, el juego combinativo y el oficio para olisquear los nervios, y esperó su momento ante un Sevilla asfixiado después de hartarse de correr presionando arriba. Pero el desastre de una medular en la que las posiciones adelantadas de N’Zonzi y Banega impidieron una efectiva defensa en bloque casi dan al traste con el objetivo.
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