Las diferencias entre los dos últimos triunfos del Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán son evidentes, pero la plasticidad no es lo único en el fútbol. En ese 5-2 a la Real Sociedad del todavía equipo de Pablo Machín hubo mucho caudal ofensivo, mucha riqueza combinativa y, sobre todo, una intensa presión en el campo rival que provocaba una y otra vez pérdidas del adversario y ataques fugaces en abrumadora superioridad numérica. Esto es otra cosa. Igual de válida si sirve para sumar los puntos, pero más cerca de la prosa que de la lírica. Todo es cuestión de dónde quiera cada entrenador tener más futbolistas que el rival. Y si Machín lo prefería cerca del área enemiga, ayer Caparrós exhibió su muestrario de recursos para robar en la zona donde él quiere, en el centro del campo.