Un excelente partido para mostrar cómo un mismo equipo de fútbol puede atorar su propio ataque y cómo puede hacer que afloren los espacios con algún ajuste. Es verdad que ante un Lyon que acusó en el segundo tiempo un déficit de resistencia (en el fútbol francés predominan la fuerza y la velocidad heredadas de las colonias africanas) y hasta puede también que dejara más espacios atrás para buscar el empate, pero lo cierto es que el Sevilla abrió más huecos, tocó más rápido y desarboló a ráfagas a su rival, que es verdad que no dejó de generar inquietud con recuperaciones y transiciones, algo en lo que este equipo, aun con alguna mejora con la entrada de Iborra, le cuesta cerrar.