Al Liverpool se le olvidó pisar el freno de vez en cuando, quizás temeroso de que el Sevilla impusiera la pausa, y acabó dándole la pelota a los de blanco porque se quedaron sin oxígeno demasiado pronto. El desbocado equipo de Klopp fue como ese atleta de los 800 metros lisos que revienta el tiempo parcial del primer 400, que se va quedando clavado y al que incluso se le hace eterna la recta final: Muriel pudo firmar la remontada sevillista en el último minuto, lo que hubiera sonado a milagro atendiendo al acoso y derribo que padecieron los de Nervión hasta el intermedio. El fútbol pisa freno.
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