Todas las dudas del equipo en Nervión se transforman en firmeza a domicilio. Y si hace dos semanas dio un golpe en la mesa con el rotundo 0-3 en Getafe, ayer arrancó con sangre y fuego en el Wanda Metropolitano un valiosísimo empate que le supo a pura gloria, porque lo reafirma en su candidatura a acabar la Liga entre los cuatro primeros de la tabla y porque reafirma los conceptos que preconiza Julen Lopetegui. El vasco se granjea lejos de Sevilla el crédito que luego dilapida en parte con las poco convincentes actuaciones de su formación en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Realizó una fantástica ocupación de los espacios con el 3-4-3 para hacerse con la pelota y atacar de verdad y cuando perdió vigor por dentro y no tuvo salida arriba, se blindó atrás con Sergi Gómez.
