Este equipo que ha llegado a finales y las ha ganado ha vivido durante varias temporadas de las individualidades, ésas que ahora cuesta que aparezcan, ésas que son capaces de generar desequilibrio ante equipos acostumbrados y sin complejos a la hora de defender con repliegue intensivo. El Basilea renunció a salir a por el balón desde el minuto 1 y el equipo de Emery, aparte de con un arbitraje al que era difícil adaptarse, se encontró con un partido en el que fue incapaz de generar los desequilibrios necesarios para sorprender al rival. Tuvo muchísima posesión, tuvo facilidad para recuperar el balón, pero ni metió una marcha más en la zona de tres cuartos ni tampoco ese último pase ganador. Las veces que éste se produjo, fue porque los centrales suizos descuidaron el perfil externo, nunca el de dentro, con lo que las ocasiones se redujeron a disparos con ángulos muy cerrados.
