Fútbol de salón y fútbol de verdad

Ganso, mientras, empezaba a escuchar los primeros pitos de su afición. No se encontraba en el campo. Tras una pérdida en la frontal de espaldas -¿qué hacía ahí Ganso otra vez?- los pitos ya eran reconocibles. Tras un robo por detrás de Tana al brasileño, con el balón controlado como si estuviera en el salón de su casa, la pitada arreció. Y ahí se vino arriba Ganso. Pidió la pelota, corrió, incluso dio un pase magistral casi sin mirar a Ben Yedder, en una clarísima ocasión frustrada por Javi Varas. Pero don Tancredo ya estaba aplatanado por el sol, el bajo ritmo y la ubicuidad de Roque Mesa. Era un fútbol de salón, de otro tiempo, frente al fútbol de verdad, el de la adecuada adaptación al colectivo y al rival.

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