Era pleno diciembre del año 2000 cuando recibía el Sevilla al Universidad de Las Palmas en la 18ª jornada de la segunda división. Era miércoles de un día que amaneció que lluvioso en esta bendita ciudad y en plena fecha de exámenes por lo que, por un instante, se me pasó por la cabeza no ir al partido. Ojana de mi mente, claro. Cuando empezó el choque, estaba en mi asiento de siempre.