Es imposible ‘encerrar’ a Caparrós

Hoy se cumple un año desde que Caparrós se desabrochase el incómodo último botón de la camisa (menos para los modernitos), se aflojase la corbata (un gesto que los sevillanos vamos a extrañar esta primavera) y buscase entre sus pertenencias un chándal, la única vestimenta con la que siente él de verdad. El Sevilla necesitaba su ayuda, como para negarse. Auténtico, sin dobleces, cómo es él. Entrenar, entrenar y volver a entrenar. Sólo así se explica que ahora se encuentre a más de 5.000 kilómetros de esa ciudad que le vio nacer y de ese club al que ha dedicado miles de horas de su actividad profesional. Caparrós es un culo inquieto y el banquillo significa mucho más que una simple profesión. Es su vida. Y el Sevilla, ni te cuento.

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