Los partidos en el Coliseum son desabridos, destemplados, descontrolados, feos… El Getafe se jugaba muchísimo y desordenó el poco fútbol que podía brotar de las botas de N’Zonzi o Banega. El césped tampoco estaba para bordarlo. Pero el mal estaba parido desde la elección de los futbolistas. Carriço descentró al medio francés, cuya línea ascendente quedó frenada entre los problemas de ubicación de su compañero de línea y ese codazo involuntario a Álvaro Vázquez que lo terminó echando del partido, porque hubo de acudir a apagar demasiados fuegos. Y Emery remató el mal planteamiento quitando a Banega tras el 0-1. Se perdió con él la única opción de amarrar el balón, el partido, el control, el triunfo… la cuarta plaza.
