Ahora le toca a Unai Emery. Es él quien, una vez que la plantilla por fin ha quedado definida, debe explotar al máximo las virtudes de sus futbolistas para que el equipo funcione y esté a la altura de las expectativas, algo que no fueron capaces de conseguir sus predecesores más cercanos. Entonces, las circunstancias eran otras, pero ahí queda el dato. El banquillo del Sevilla, como bien es sabido, ni mucho menos es de los más cómodos de la Primera división, porque la gloria pasada aún murmura, aunque este reto no tiene por qué intimidar a un entrenador que durante cuatro temporadas, que se dice bien pronto, no sólo sobrevivió a la alta exigencia que permanentemente marca el día a día del Valencia sino que, además, fue capaz de mantenerlo en el techo de sus posibilidades.