Esa es la historia de todo este tinglao. Que ellos rotan. Nosotros no. Nosotros tenemos que jugar siempre. Llenar la gradona siempre. Cantar el himno siempre. Despellejarnos ahí arriba siempre. Y no entregar la cuchara jamás. Ese es nuestro destino. Nuestra sagrada comunión con los colores. Nunca desertar.
