Cuando finalizó el mercado de verano, todos los sevillistas estaban muy asustados por la posibilidad de que su Sevilla descendiera a Segunda División.
El equipo perdió a sus dos mejores jugadores, habían llegado fichajes ya veteranos en el ocaso de sus carreras o prácticamente retirados.
Lo cierto es que la dirección deportiva ha hecho lo que ha podido con las limitaciones económicas de la sociedad, pero si hay que dar mérito a alguien en este comienzo de temporada, es a Matías Almeyda.
La labor de Matías Almeyda
Su fichaje generó dudas, ya que es un técnico que era casi desconocido en Europa, y que sobre todo no tenía experiencia en la Liga. Sin embargo, con el paso de las jornadas, los resultados hablan por sí solos.
El equipo se mantiene en la zona media de la tabla, mucho más cerca de Europa que de los puestos de descenso, además su mensaje está calando en la afición y es una figura de consenso dentro del Consejo de Administración.
Una piña entorno al técnico
Hay un revuelo brutal alrededor de todas las decisiones que se toman desde arriba, y el «pelado» está actuando de contrapeso. Además, cuenta con el apoyo del vestuario, que es una auténtica piña alrededor del técnico argentino.
Guido Bonini, tiene a todos los futbolistas muy bien físicamente, hasta el punto que su exigencia provoca lesiones.
Hay que añadir la labor psicológica con cada uno de los miembros de la plantilla, recuperando la confianza de muchos que estaban defenestrados.
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El único que da la cara
Es la única figura a la que se agarra el aficionado sevillista, ante la falta de predicamento y las pocas declaraciones públicas que hacen sus dirigentes y su director de fútbol.
