El culmen del desproporcionado arbitraje de González Fuertes tuvo lugar en el minuto 61. Cheryshev –que ya tenía tarjeta- derribó con una entrada a Éver Banega en el centro del campo claramente merecedora de amarilla, pero no se la señaló. Ben Yedder protestó esa decisión, vio una amarilla, aplaudió al árbitro y acto seguido vio la roja. Al final, González Fuertes acabaría pitando un penalti a favor del Sevilla tras una mano de Jaume Costa, que además vio la segunda amarilla y acabaría expulsado, pero Nolito lo tiró fatal y Asenjo lo blocó sin dificultades. Para redondear su actuación, concedió sólo tres minutos de descuento cuando el equipo local estaba asediando al Villarreal en busca de la victoria.
