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En enero de 2013, cuando firmé mi primer contrato para jugar con el Sevilla C, poco podía imaginarme lo que me iban a deparar los próximos años. En lo formativo, un constante aprendizaje profesional y humano gracias a compañeros y extraordinarios compañeros de viaje.

Seguí aprendiendo en el Sevilla Atlético hasta que llegó el momento soñado de debutar con el primer equipo. Una temporada 2015-16 mágica. Imposible de olvidar. Siempre recordaré con una sonrisa haber podido defender la portería sevillista en el Sánchez-Pizjuán y haber podido participar en momentos tan importantes para la historia de este club como la clasificación para la final de la Europa League.

Pero si me siento tan afortunado es porque además de lo vivido y lo aprendido, me llevo un cariño inmenso por parte de la afición sevillista. El auténtico tesoro de este club. Desde que debuté con la primera plantilla he sentido una conexión especial y eso fue clave para darme la confianza necesaria para un portero joven que sube al primer equipo. Nunca tendré las suficientes palabras de agradecimiento.

Me gustaría no olvidarme a nadie de todas las personas con las que me he cruzado y me han ayudado en este tiempo en el Sevilla. Desde directivos, a entrenadores, jugadores, fisioterapeutas y todo tipo de empleados del club. Gracias de verdad.

Inicio una nueva etapa con la máxima ambición y la necesidad de poder disfrutar de más minutos para seguir evolucionando como portero. Pero el que es sevillista como yo, nunca termina de irse.