Que el derbi es un partido distinto es una obviedad que no hace falta recordar. De otra forma no se explica el optimismo que anida en el sevillismo en general, y en el que pernoctó por una entrada a la intemperie en pleno diciembre en particular. El Sevilla no ha sido capaz de ganar ni un partido a domicilio. En sus diez salidas, entre Liga y Champions, apenas ha cosechado cuatro empates. El resto de viajes dejó en la expedición blanquirroja, hasta media docena de veces, esa amarga sensación del perdedor.
