Al Sevilla le costó encontrar el tercer hombre ante el Eibar. Le costó bastante. El concepto del tercer hombre es el que convierte una pared en ganadora, un juego entre dos en otra dimensión al aparecer la tercera pieza, la que desconcierta al rival y que el equipo de Berizzo no encontró hasta que el Eibar terminó de bajar los brazos ya muy al final, a partir del minuto 70 aproximadamente, cuando, fruto de mantener dos puntas todo el tiempo, empezó a descuidar las marcas, a llegar tarde a las reuniones y a dejar espacio a los futbolistas de blanco, ya mucho más cómodos en las transiciones. La jugada más ilustrativa puede ser el robo de Ganso que acabó en el 2-0. Tuvo de todo: despliegue rápido, tercer hombre, desdoblamiento (de Sarabia por fuera con Nolito), centro y remate. Todo a placer.
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