Hoy, el Sevilla vuela de la mano de Emery, que se ha ganado al vestuario, al público y, lo que es más meritorio, a los medios de comunicación. Emery no rehúye el debate, acepta de buen grado las críticas, reconoce los errores (el mayor, según él, no habérsela jugado con un juvenil llamado Isco en el Valencia) y es un gran encajador. Sus amigos aseguran que tiene un muelle en salva sea la parte, o sea en el culo, por aquello de que es capaz de caerse y tomar impulso de inmediato. En algunas quinielas el nombre de Emery figuraba como aspirante al puesto de entrenador del Madrid, ese equipo que, según Florentino Pérez, “necesita un nuevo impulso”. Pese al muelle en cuestión, no será Emery quien se lo dé.