Las consecuencias del matrimonio de conveniencia Julen-Monchi

Una vez acabada la temporada pasada, a pesar del éxito que supuso la nueva clasificación para Champions del equipo, tanto Lopetegui como el Sevilla FC sabían que era el momento de poner fin a su relación de tres años, pese a tener un contrato que los vinculaba por dos temporadas más.

Desde el punto de vista del entrenador, veía como su trabajo estaba siempre en tela de juicio, pese a los éxitos cosechados, con tres clasificaciones consecutivas vía Liga y un nuevo título de la Europa League.

Cualquier empate o victoria por la mínima con mal juego, era criticado por gran parte de la afición, al que el técnico vasco no le entraba por el ojo.

Por parte del Sevilla, se había llegado a la conclusión de que la tendencia del equipo y los resultados hacían necesario un cambio de estilo de juego, que además no enganchaba al aficionado, cada vez más alejado de Nervión.

Todo ello parecía que debía terminar en un acuerdo para dar por finalizada su relación, pero ni el entrenador encontró acomodo en otro club apetecible, ni el Sevilla quería pagarle el finiquito de dos temporadas, por lo que quedaron que lo mejor era seguir, a ver que pasaba…

Error, el equipo sigue con la misma tendencia que la campaña anterior y además, la marcha del entrenador ahora no va a suponer que se tenga que dejar de pagar sus dos años de contrato, con la inconveniencia de la llegada de un técnico a mitad de temporada y con un equipo no hecho a su medida.

Todavía faltan algunos días para, con el mercado abierto, mejorar la plantilla y darle un giro al equipo. Algo que parece improbable, porque nadie quiere salir y el límite salarial aprieta a los dirigentes.

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