El Sevilla de Lopetegui busca una especie de confirmación, una manera de autoconvencerse de que está capacitado para estar arriba a la espera de que llegue otra oportunidad ante los grandes, donde sí hay que reconocer que ha salido por peteneras pese a las buenas intenciones, más que nada en el Camp Nou ante el Barcelona. Al proyecto de Monchi y Lopetegui le queda algo así como terminar de tranquilizar a su gente ante un rival como el Getafe, un enemigo incómodo, que exigirá un esfuerzo continuo y también jugar con cabeza. El ordenado bloque de José Bordalás, un técnico del que se llegó a hablar como inquilino del banquillo del Sánchez-Pizjuán desde el momento en que le mojó la oreja al Sevilla de Caparrós y lo superó en la clasificación –hay que recordar que acabó la Liga quinto–, amenaza la aparente tranquilidad de un equipo que en esta semana ha salido vencedor de sus dos anteriores citas en este mismo escenario.