Su representante solicita una ficha de algo más de diez millones de euros brutos (más de cinco netos). Unas exigencias económicas que en Londres no estaban dispuestos a atender, ofreciéndole unos 4 kilos por curso, al considerar que ni siquiera era internacional con España. ¿La respuesta de su agente? Que eso ya se lo daban en España. Y no mentía, pues el Sevilla, sin ir más lejos, le coloca por encima de los tres millones de euros por curso (pluses incluidos).
