Ocurre en todos los equipos en crisis. Basta con que en un mes las derrotas superen en número a las victorias para que rápidamente comiencen a correr por las redes sociales bulos sobre malas relaciones dentro del vestuario. Pasó aun estando Emery en el banquillo, con Iborra e Immobile como señalados protagonistas directos, y seguirá ocurriendo en el fútbol. La locura que alcanzan estos malintencionados rumores -ya sea con alguna base para magnificar los hechos o como simples invenciones- en el ventilador en que se convierten las redes sociales acaban calando, posiblemente, en los nervios ya de por sí ansiosos de los profesionales.
