Hay noches que están hechas para los grandes jugadores y, sobre todo, para los grandes porteros. No fue la noche de Sergio Rico en Balaídos. El portero del Sevilla tuvo una mala actuación, quizás acentuada por esa lluvia incesante que hizo que el césped estuviera pesado y muy impreciso. Los futbolistas casi no tenían control sobre él y eso siempre es un problema, acentuado para los porteros, cuando el área se les convierte en una piscina.
