¿Por qué pita Nervión a Sergio Ramos?

Lo que quizá no alcanza a ver Ramos es que, aunque en su celebración intercalara gestos de rabia con gestos de perdón, no hay mayor muestra de respeto hacia el club del que fue parte que asumiendo la crítica con disciplinado esfuerzo. Va en el sueldo. La reivindicación, a su grada, a su gente, a los suyos. Eso que llaman señorío. Convertir el partido en una conversación entre futbolistas y aficionados es intentar poner diques al océano. Por higiene futbolística, el anfitrión elige los cubiertos y el invitado se come lo que le sirvan, aunque sea carne chiclosa, patatas blandas y pescado ya amargo.

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