El otro partido: El síndrome de aquella foto de Briegel y Sanjosé

Antes de que la globalización llegara a la vida y que la Ley Bosman acabara con los genotipos en este deporte, el fútbol alemán estaba varios escalones por encima del español. Sólo el Real Madrid, sin ayuda arbitral, a duras penas se las apuraba para competir en noches históricas en el Bernabéu con los colosos teutones y el Atlético se ganaba el apodo del Pupas en la final de la Copa de Europa de 1974. El Sevilla no podía pensar en enfrentarse a esos rivales. Eso estaba reservado para los equipos de Madrid y para el Barcelona. El Bayern dominaba Europa y en la Copa de la UEFA, competición que como premio podía disfrutar esporádicamente el aficionado sevillista de entonces, había que conformarse con sucedáneos como el Kaiserslautern. Una célebre eliminatoria de octavos de final enfrentó un mes de noviembre en el Sánchez-Pizjuán al poderoso equipo de Andreas Brehme y Hans Peter Briegel al Sevilla de Manolo Cardo, de Francisco, de Pintinho, de Pablo Blanco, de Antonio Álvarez y de Curro Sanjosé.

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