Obsesión por la posesión, incluido el engañoso debut

San Mamés destapó las carencias, con el único paliativo de la apretura del calendario, de un Sevilla que ya venía dando diáfanas pistas sobre un mal de fondo. Está en la esencia del fútbol que pregona Jorge Sampaoli el pecado de este equipo en construcción que va a embocar octubre sin que el anunciado patrón de juego se plasme con rotundidad. Hasta ahora, del querer protagonizar los partidos lo único que ha tenido traslado al campo es la mayor posesión del balón que el rival, juegue donde juegue y sea quien sea éste. En San Mamés, en El Madrigal, en el derbi, ante Las Palmas o el Espanyol, en Ipurúa… El Sevilla siempre tuvo más la pelota que el rival. Además, siempre dio un número muy superior de pases, con una efectividad también siempre superior. Todos son datos positivos, salvo cuando se atiende a las acciones que buscan la esencia del fútbol, el gol. Con más balón, el Sevilla tira lo mismo o menos a puerta que el rival. Y esto se repite jornada a jornada.

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