Nervión no perdona la cobardía

Nervión dijo basta. Con el miedo metido aún en el cuerpo, junto con esa sensación de alivio de la clasificación a octavos, por agónica que fuese, la grada despidió a los suyos con una sonora bronca. El papelito de los suyos en el segundo periodo bien mereció una eliminación a manos de un rival inferior, por mucho que se diga que si el Cluj esto, o el Cluj aquello. El Sevilla de los 160 millones de inversión no puede permitirse noches así. No debe. Y menos delante de los suyos. Porque ya no fue la falta de fútbol, situación a la que el aficionado se puede acostumbrar en las victorias y estalla en furia cuando no se consiguen, sino que se trata de una ausencia de personalidad. Incluso cierta cobardía por parte de los profesionales que no perdona el sevillismo. El Sevilla siempre ha sido un club de garra. De crecerse en la adversidad. Que lo devore el primero que pase por allí indigna al más prudente.

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