Ginés puso firme al personal reclamando lo suyo, que eran un par de milloncejos correspondientes a la comisión por el contrato de renovación acordado con Sarabia, de cuatro temporadas y 13 millones de euros. Todo para ya, bajo la amenaza de llevarselo. Que en el momento y formas como sucedió, el tal Ginés no saliera a veinte uñas del Sánchez-Pizjuán, con el contrato de su cliente roto en mil pedacitos por el propio club, con la única posibilidad de recuperarlo para Sarabia que cambiar de agente o, en caso contrario, regalarle un lacito para aquél que dispusiera los 22 millones de euros, fue otra muestra de la boba debilidad que se ha instalado en los reinos de Nervión, y que ya alboreó desde la pretemporada con el penoso escarnio de la Supercopa en Tánger. Ni tan siquiera con los codigos para bet365 sería suficiente para convencerlo.
