La redención del pelele

A cuatro días de comenzar un Mundial, mandando a futbolistas del Madrid, pero también del Atleti o del Barça, por decir, Julen Lopetegui aceptó anunciar que sería entrenador del Real, convirtiéndose de inmediato en el pelele mayor del reino, condición agravada por la patada que le dio su graciosa majestad cuando apenas si había dirigido catorce partidos del equipo blanco. En ese justo punto estaba cuando le llamó el Sevilla. A sus oídos, esa llamada tuvo que sonar a redención. Una oportunidad única para demostrar su verdadero talento, su envergadura, su hombría. Para hacerlo contra viento y marea, porque la afición del Sevilla le recibió con espanto.

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