Desde el principio, los más iniciados, o los más exigentes, no se dejaron engañar y advirtieron de las fallas que presentaba una planificación que tuvo, eso sí, el margen de la duda por ser Joaquín Caparrós y su equipo, absolutamente neófitos en la gestión deportiva. Pero el desarrollo de la temporada y las revisiones tácticas a las que se ha ido viendo obligado Pablo Machín han destapado que la plantilla, aun con las correcciones invernales, no casa en absoluto con la idea inicial del técnico.